
Por eso se entregaba una y otra vez a esas estúpidas relaciones liberales, como a ella le gustaba llamarlo. Le encantaba el autoengaño. Creía que si no se comprometía eso no era amor, que la hacía inmune a todo el sufrimiento que se desata cuando una relación termina. Pensaba que si lo avisaba de antemano no era ella la mala de la película, simplemente no habían querido escucharla. Nunca había sido capaz de decir un te quiero sincero, siempre sonreía y contestaba algunos "yo también" sin sentido o sin sentimiento. O como mucho alguna mentira piadosa que, aunque bien intencionada a lo largo es
dolorosa. Intentaba parecer firme y que nada le afectase, o eso aparentaba. No dejaba de repetirse que así era mejor para ella, que jamás sabría lo que es que te rompan el corazón, lo que es el mar de amores o sería tan tonta de no comer y no dormir por cualquier subnormal que no había sabido valorarla.
Así fue ella mucho tiempo, demasiado quizás. Pero se dió cuenta de que ella no conocía la palabra amor, ni sufrimiento, ni dolor..
Se cansó de aparentar tener un corazón de hielo y de distanciarse en cuanto veía cariño, se dió cuenta de que en realidad nunca habia sabido disfrutar con una persona.
Ahora ya cree en los principes con vaqueros y esta preparada para conocer la palabra amor, sufrimiento y sobre todo, dolor.
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